Te conocí por tus flores.
Me refugié en la sombra
que proyectan tus hojas verdes.
Te tomé por tus ramas
y te saqué a bailar.
Me alimenté
de tus frutos llenos
de jugos y carne.
Me abracé a tu tronco
y me acunaste en él.
Pero cuando ya no me queden
tus flores,
tus hojas,
tus frutos,
quizás tus ramas,
incluso tu tronco,
aún me quedarán tus raíces.