Lágrima anclada

Nunca había llorado ninguna pérdida. Nunca le había dolido desprenderse de nada.

Hasta ese día.

Su llanto había sido tan celosamente encubierto que cuando al fin brotó aquella lágrima se resistió a separarse de ella. Desde entonces, ese tenue brillo frágilmente anclado a su pestaña la acompañó el resto de sus días.

3 comentarios

    1. Gracias, Magali :). Para mí, los micros son como la leche condensada: más cremosos y dulzones, y como se toman de poco en poco no llegan a empalagar.

Responder a Megan Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.