Diversión elevada a infinito

―Esto engancha, tío.
―¿Qué?
―Que esto engancha ―dijo, mostrando el porro humeante.

Alrededor sólo había silencio, pero ellos flotaban ingrávidos en una espiral de ruido. Se hablaban a gritos, tratando de hacerse oír en medio de aquel escándalo que parecía crecer a cada segundo.

No recordaban dónde se celebraba la fiesta, ni a qué hora había empezado, ni si habían dejado a alguien atrás cuando decidieron elevar la diversión a infinito. Sólo reían a carcajada limpia.

El forense sintió lástima al ordenar el levantamiento de los dos cadáveres aplastados contra la acera. Pero ellos seguían riendo.

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.